lunes, 26 de diciembre de 2011

Un lugar centenario


Cobra cada vez más pujanza la valoración de la figura artística del llamado Gaudí sevillano, Aníbal González y Álvarez-Ossorio (1876-1929), precursor y abanderado del Regionalismo andaluz que tanto aportó a la fisonomía del paisaje urbano hispalense en el primer tercio del siglo XX. De un tiempo a esta parte se sucedieron varios homenajes de desagravio a su memoria como la restauración de la Plaza de España y la inauguración de un merecidísimo monumento que posa frente a su obra emblema en la Exposición Iberoamericana de 1929. Pero hoy trazamos su recuerdo porque el meritado arquitecto fue quien proyectara inicialmente la urbanización del barrio de Nervión en 1911, en los terrenos del Cortijo de Maestrescuela cuya superficie propiedad del Marqués de Nervión ocupaba la cercana cifra de tres millones de metros cuadrados, con ochenta y seis manzanas distribuidas en pequeñas parcelas para alojar hasta seis mil viviendas. Intentó llevar a cabo la idea de Luis Lerdo de Tejada de una ciudad-jardín prototipo de los espacios de las residencias inglesas. Todo partió con la donación por parte del noble a la ciudad de dos solares donde se construyeron el Matadero -actual sede de la delegación de Educación de la Junta y de un colegio público de infantil y primaria- y la Cárcel -espacio que recoge un buen trozo de la memoria histórica del siglo xx transformado actualmente en edificio funcional para la policía local y dependencias municipales y el centro cívico la ranilla-. En sus inicios el proyecto de Aníbal contemplaba un diseño radial-ortogonal en torno a la plaza y con la iglesia como papel preferente -luego ésta proyectada en 1925 por Antonio Arévalo Martínez sería relegada a una parcela secundaria de la idea originaria-, con dos ejes ortogonales, principales, el primero transversal que uniría la actual calle Luis Montoto con la Avda. Ramón y Cajal, y el segundo, perpendicular al primero, permitiría unir la salida de la Puerta de la Carne hasta la Gran Plaza, en lo que sería más tarde, el bulevar de la Avda. Eduardo Dato -orillada por el suspiro torero de la Monumental de Gallito y el palacio mudéjar de la Buhaira-, intercediendo con el otro eje principal en lo que sería el espacio de la Gran Plaza. Llama la atención, contemplando el plano con la inicial propuesta de Aníbal González, la simetría radial y rectangular de toda la parcela, imperando, sobre todo, espacios verdes en las plazas diseñadas, incluida la citada Gran Plaza. Agua fresca desbordada por los Caños de Carmona.

Las desavenencias del arquitecto con la promotora Inmobiliaria Nervión, propiedad de los herederos del marqués, provocó la salida del artista del proyecto inicial lo que produjo obvias transformaciones desde su original concepción. Heredamos, por consiguiente, como iniciativa urbanística del insigne arquitecto la zona de la Ciudad Jardín que sería el lugar residencial con viviendas de alojamiento para los visitantes de la Exposición Iberoamericana de 1929 y también lo que serían los bulevares de la Avda. Cruz del Campo y Ciudad Jardín, y posteriormente la Avda. Eduardo Dato desde la Gran Plaza. Otro de los proyectos inacabados del maestro, solo pueden observarse los cimientos de la obra, fue la Basílica de la Milagrosa en los actuales jardines de la Buhaira cuyas dimensiones colosales la hubieran convertido en otro hito arquitectónico de la urbe.

Dos ulteriores proyectos urbanísticos permitirían al barrio conectarse mucho más hacia la Ronda histórica. Uno con el ensanche de la calle Luis de Morales (antigua entrada de Madrid por Oriente), y otro en la Exposición Universal de 1992 con la inauguración de la Estación de Santa Justa -pionera conexión AVE en el país- y el soterramiento de las líneas de ferrocarril permitiendo la creación de la Avda. de la Buhaira. Ambos proyectos se ejecutaron en los tres barrios más antiguos del arrabal este de nuestra ciudad: San Bernardo, La Viña y La Calzada, al que se le sumaría la nueva zona de Nervión. El Distrito Nervión como tal dentro de la organización municipal actual aglutina los tres barrios antes citados para alcanzar incluso hasta el perímetro limítrofe de los Jardines de Murillo y parte del barrio de San Roque. El barrio de Nervión, desde su creación, ha venido consolidándose como un barrio de referencia en el ámbito residencial y comercial con un importante centro de negocios y de actividades profesionales y lúdicas. El núcleo central con El Corte Inglés, el complejo de ocio Nervión Plaza, establecimientos hoteleros como Meliá Lebreros o Hesperia Sevilla por citar solo algunos, restaurantes, gimnasios, cafeterías, edificios de oficinas -Sevilla 1 y Sevilla 2, Galia, …-, sus iglesias y hermandades -Sed, San Benito, San Bernardo, …-, sedes de justicia en Viapol y otras administraciones públicas, el hospital San Juan de Dios, la mejor cerveza del mundo al amparo de su antigua fábrica y su templete medieval, el imán de los domingos que representa el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, una oferta educativa muy completa con centros públicos y privados de honda raigambre -Buen Pastor, Portaceli, Sagrada Familia de Urgel, Carmelitas, Salesianas…- además de la superior universitaria, y un crecimiento urbanístico aun en lo que fue la Huerta del Rey, junto al recorrido de la línea 1 del metro por el barrio que mejora aún más si cabe las conexiones -lejos de aquella modesta línea de tranvía que llegaba a la Gran Plaza-, han permitido situarlo como una de las zonas más atractivas de Sevilla. Inmersos en un mundo globalizado pero manteniendo el sello y la esencia de barrio con personalidad propia gracias a sus gentes que lo habitan.

Un grupo de vecinos sensibilizados con la memoria del barrio quiso homenajear tan señalada efemérides con la creación de una COMISIÓN GESTORA INICIATIVA ABIERTA CIUDADANA PRO-CENTENARIO DE NERVIÓN. Esta Comisión desarrolló durante varios meses distintas actividades, conferencias y otros actos sociales que permitieron difundir y profundizar en el conocimiento de un hecho social vertebrador tan notable en la ciudad de Sevilla como es uno de sus barrios más populares, el barrio de Nervión. Felicidades a todos.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Una de tenis

Hemos asistido a un acontecimiento vibrante de los que hacen afición y crezca la práctica de este deporte entre los niños y menos jóvenes. En el erróneo llamado Estadio “Olímpico” -para denominarse así deben haberse celebrado unos Juegos Olímpicos y el intento duerme el sueño de los justos-, dejémoslo en el Estadio de la Cartuja decía, conseguimos nuestra quinta Copa Davis -segunda en Sevilla tras la de 2004- para gloria del tenis patrio. Sevilla, Ciudad Talismán, rezaba el lema que traducido al vulgo propio y sevillano modo: esto es Sevilla, y aquí hay que mamá. Tres días de emociones, sensaciones, buen ejemplo y cordialidad de las aficiones. Chapeau por los hermanos argentinos que mostraron su sello en la pista y en la grada de lo que significa identificarse con una bandera cuando se compite por un país entero. El partido de Ferrer fue clave pero el cuarto de Nadal que nos daba la Ensaladera agota los adjetivos de una excelsa gesta deportiva.

Por si le faltaban objetivos por cumplir a este zurdo manacorí en su trayectoria, alcanzaba otro hito más en un partido de los que se pueden extraer enormes valores para caminar por esta vida y ser ejemplo de superación ante las adversidades que se presenten. Rafael Nadal Parera, quédense con este nombre, el mejor deportista español de todos los tiempos.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Arte y bohemia

Conceptos interrelacionados o muy próximos, que se buscan con miradas de soslayo y se sienten cuando se citan. Esta tierra chanela de esa sensibilidad y para la bohemia -que no aludimos precisamente a la región centroeuropea- se dice de la vida que se aparta de las normas y convenciones sociales, principalmente la atribuida a los artistas. El menú no puede quedar exento de ingredientes naturales como talento, emoción, estudio crítico, dedicación, transmisión, pasión, sentimiento, espiritualidad... En este improvisado homenaje sólo nos queda sentar a la mesa a unos cuantos de invitados, comprometidos con sus convicciones e ideas, que desafiaron a la vida con el arte:

Diego Velázquez, Federico García Lorca, Bartolomé Esteban Murillo, Aníbal González, Juan de Mesa, Camarón de la Isla, Pablo Ruiz Picasso, Curro Romero, Paco Alba, Enrique Montero, Baldomero Romero Ressendi, Pastora Pavón “Niña de los Peines”, Rodríguez Ojeda, Francisco López Alfaro, Antonio Martín, Luis Ortega Bru, Paco de Lucía, Rafael de Paula, Antonio Domínguez Ortiz, Gustavo Adolfo Bécquer, Antonio Martínez Ares, Juan Ramón Jiménez, José Hernández Díaz, Joaquín Romero Murube, Morante de la Puebla, Juan Talavera y Heredia, Manuel Clavero Arévalo, José María Izquierdo, Blas Infante, Rafael el Gallo, Antonio Mairena, Luis Cernuda, Juan Belmonte, Demófilo, José Gómez “Gallito”, Rafael de León, José Gestoso, Paco Palacios “El Pali”, Antonio Burgos, Juan Valdés, Carmen Amaya, Manuel Chaves Nogales, Salvador Dorado “El Penitente”, los Machado, Manuel Pareja Obregón, Lola Flores, José Antonio Blázquez, Rocío Jurado, los Álvarez Quintero, Pepe Marchena, Jiménez Aranda, Ramón Sánchez-Pizjuán, Rafael Montesinos, José Espiau y Muñoz, Valdés Leal, Antonio Núñez de Herrera, José Antonio Pulpón, Julio Romero de Torres, Fernando Marmolejo, Pasión Vega, Paco Gandía, Francisco Moreno Galván, Carlos Cano, Juan Martínez Montañés, Manolo Caracol, Miguel de Mañara, Daniel Vázquez Díaz, Antonio Susillo, Antonio Chacón, Alonso Cano, Manuel de Falla, García Ramos, Paco Toronjo, César Cadaval, Manuel Halcón, Pepe Peregil, Joaquín Turina, Isidoro Moreno Navarro, Manuel Torre, Carlos Colón, La Roldana, Guillermo Vázquez Consuegra, Amós Rodríguez Rey y Beni de Cádiz, Manuel Font de Anta, Manuela Carrasco, Fernando Villalón, Arcángel, Niña Pastori, Amalio García del Moral y Jesús Quintero.

El tinglao terminó como el rosario de la aurora pero me quedé con la copla de aquello que dijeron sobre un espacio de influencias mediterránea y atlántica donde Oriente y Occidente se hacen el amor; de abuela griega, madre romana e hija americana. Por un caño manaba a borbotones la cultura de la sangre, cómo hablaban esos benditos “loquitos”…

domingo, 23 de octubre de 2011

Sur

Orgullosos de Andalucía. Mira que existen prolijos e ilustrativos estudios sobre la identidad andaluza. Ayer se dio toda una lección en un escenario de repercusión mediática mundial -Nou Camp de Barcelona- con una sola frase que resumía contundente el mayor alegato identitario sobre este sentimiento. Nos lo ofreció como viene siendo habitual una entidad centenaria -Sevilla F.C. - que es digna representante de esta comunidad. Los jugadores del Grande de Andalucía lucían en su pecho un lema que sudaron y enarbolaron por bandera, además de dejarse la piel en el campo de juego, dando un ejemplo de trabajo, honradez y solidaridad. Con todos los condicionantes en contra recrearon pasajes épicos de David y Goliath o Leónidas en las Termópilas para salir de allí invictos que aún nos invitan a luchar por que otra realidad sea posible.

Algunos intencionadamente olvidan o por desgracia desconocen que hace muchos siglos cuando en muchos lugares de nuestra piel de toro aún estaban con las arcos y las flechas esta región era una cultura floreciente. Respeto a este rinconcito sureño que aportó tanto a la Humanidad ... y adonde a Dios, mira qué casualidad y qué arte más grande, se le derramó la sal.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Vendimia

Corren otros tiempos pero puntual y generosa, el cielo lo barrunta con sus nublados, acude a su cita septembrina. La voz interior y la letra indeleble de nuestro ilustre poeta moguereño lo proclamaba:

"(...)
Este año, Platero, ¡qué pocos burros han venido con uva! Es en balde que los carteles digan con grandes letras: A seis reales. ¿Dónde están aquellos burros de Lucena, de Almonte, de Palos, cargados de oro líquido, prieto, chorreante, como tú, conmigo, de sangre, aquellas recuas que esperaban horas y horas mientras se desocupaban los lagares? Corría el mosto por las calles, y las mujeres y los niños llenaban cántaros, orzas, tinajas…

¡Qué alegres en aquel tiempo las bodegas, Platero, la bodega del Diezmo! Bajo el gran nogal que cayó al tejado, los bodegueros lavaban, cantando, las botas con un fresco, sonoro y pesado cadeneo; pasaban los trasegadores, desnuda la pierna, con las jarras de mosto o de sangre de toro, vivas y espumeantes; y allá en el fondo, bajo el alpende, los toneleros, daban redondos golpes huecos, metidos en la limpia viruta olorosa… Yo entraba en Almirante por una puerta y salía por la otra -las dos alegres puertas correspondidas, cada una de las cuales le daba a la otra su estampa de vida y de luz-, entre el cariño de los bodegueros…

Veinte lagares pisaban día y noche. ¡Qué locura, qué vértigo, qué ardoroso optimismo! Este año, Platero, todos están con las ventanas tabicadas, y basta y sobra con el del corral y con dos o tres lagareros.
(…)"

LXXII Vendimia, fragmento de la obra Platero y yo (1916)
Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881-San Juan de Puerto Rico, 1958)
Premio Nobel de Literatura, 1956



Vivencias transmitidas por generaciones aún perciben el milagro de la sangre derramada que envejecida en la noble madera -la misma que contagiaba el sueño de los galeones indianos que partían de estos ribereños puertos- nos llegará en oro líquido, ni más ni menos que el sol embotellado de Andalucía.

jueves, 25 de agosto de 2011

La Plaza López Pintado


Cuando el almanaque cumple en agosto su meridiano hemos madrugado para oir in situ ese repique campanas desde el alminar más bello de Oriente y Occidente ante la salida de la Patrona de Sevilla y su Archidiócesis, cuya leyenda proclama en vieja plata de ley PER ME REGES REGNANT. Después regresamos a nuestro cuartel general estival en la otrora de nombradía y vitivinícola villa de Manzanilla -será por lo que te transmite tu gente próxima que sin ser cada vez la siento más mía-, término del fértil Condado de Huelva en el antiguo Reino de Sevilla. Aquí en estas fechas, cómo no también hay fiestas, las del patrón San Roque y de la Virgen de la Victoria con sus correspondientes procesiones además de otros actos lúdicos como la suelta de vaquillas o los toros-fuego.


Hete aquí que, casualidades de la vida que le buscan quitarle el nudo al hatillo de los recuerdos para acariciarlos de nuevo, cuando la procesión volvía a su ermita por la calle Villalba detuvo el vuelo esa paloma de la antigua plaza López Pintado ante la representación de la hermandad filial del Rocío de Manzanilla a los sones de Alma de Dios, interpretados magistralmente por una gaita rociera y un tamboril en el acompañamiento musical del paso del patrón, y de seguida a los acordes de la marcha Rocío de M. Vidrié por la banda del paso virgen. Cerraba los ojos, en brazos mi hijo pequeño, y recreaba a finales de los años setenta una recoleta plazuela sevillana de mi memoria con nombre de ilustre marino, una vez realizada la estación de penitencia de la niñez, cómo la memorable banda del Arahal con sus antiguos xilófonos levantaba los mismos aplausos -idéntico pellizco en el espíritu- con el misterio de la Redención y el instante que la Dolorosa del Rocío entraba en su iglesia con ese solo de flauta travesera y tambor ya vencido el Lunes Santo. Rocío del Cielo en estado puro, desde el vuelo penitencial al glorioso o letífico.



Dentro del extenso repertorio de las marchas procesionales, Alma de Dios ha sido una partitura que vuelve a cobrar protagonismo tras pasar un periodo de postración en los años ochenta -llegó incluso a ser censurada su interpretación- por sus metálicos xilófonos y aires de sardana que la semejaban inapropiada para Semana Santa. Más de un disgusto le costó autorizar tocarla como fiscal de paso cristo a un inveterado cofrade de la Candelaria, ejemplo de bonhomía, que me enseñó los primeros vericuetos en este mundo de las cofradías: D. Manuel Campos, y que Dios lo tendrá arriba fijo en su junta de gobierno. Y busco la mirada retrospectiva en su esposa Mercedes -tata de hecho de mi padre y mía siempre en lo afectivo-, hija en tiempo del sacristán de la iglesia de Santiago, que ayudaba a combatir la necesidad de mi abuela en esa casa de vecinos de propiedad ducal al fondo de la plazoleta donde hoy, recordada la estampa, emerge gallarda un cadena hotelera de lujo con continuo trasiego de maletas de Louis Vuitton en contraposición a esa gente que salía del portal a ganarse el pan con lo puesto y lavaba su escasa muda en la pila colectiva. No todo tiempo pasado fue mejor.



Como verán una catarata de recuerdos, experiencias, anécdotas y personas en muchos casos inconexas pero todas ellas relacionadas que me aparecen hoy -en vez de evadirme a esa paradisíaca playa con la que está cayendo- en este archivo de la memoria más protocolizado que ni apple. Sencillamente la vida con sus caminos inescrutables. Alma de Dios y Rocío, bandas sonoras de esa plaza empedrada de la sevillanísima calle Santiago, reverberaron a las puertas de la casa-hermandad rociera de Manzanilla y nos transportaron a esa patria idealizada de la infancia donde más de uno añora su regreso a través de esos hilos invisibles que lo conectan todo. Tan lejos y tan cerca.




martes, 9 de agosto de 2011

Romeros

Esta vez trocamos la capa de arena fina del litoral por otra más densa, el salitre de la mar por la retama interior, las viñas, los pinares y el eucaliptal jalonando nuestra senda. Como cada año, y ya vienen siendo algunos, cumplimos el ritual consuetudienario del primer sábado de agosto cuando unos cuantos iniciamos nuestro caminar a las 23.00 h. desde Manzanilla hasta la aldea del Rocío para completar casi cuarenta kilómetros y alcanzar la ermita junto a la marisma sobre las 8.00 h. con el sol desperezándose.

Este arduo peregrinaje a pie con un palo de eucalipto coronado con una mata de romero da para mucho, un rato de grata convivencia que supera cualquier fatiga -si no está el remolque atrás que atiende la debilidad-; en una noche en el camino se habla de lo cotidiano, de lo difícil que lo tienen la gente del campo, de los vinos del Condado, del fútbol, del cante y los artistas, de caballos y galgos, de la economía, de la familia, … de lo humano y lo divino, hasta te da lugar en esa calma estrellada de la noche a ordenar una mijita tus ideas de lo recorrido y a dónde quieres llegar en lo que nos falta. Puro ciclo vital.

Cuando nos hemos querido dar cuenta el amanecer nos acaricia la cara ya mudada por el cansancio pero feliz por lo logrado. Niebla nos ha acompañado el último tramo desde Almonte para concelebrar nuestro gozo ante los ojos de Ella. La reflexión es bien sencilla, ¿sería tan complicado trasladar estas vivencias compartidas a la vida real?, si en definitiva al cajón de pino nos iremos desprovistos de todo. Una noche en el camino da para mucho, incluso para retratar una vida.

martes, 21 de junio de 2011

Nervión Cinema

Hace unos días revivimos sensaciones escondidas en lo más profundo del desván de la memoria. Se inauguraba la temporada en uno de los pocos cines de verano que sobreviven a las nuevas prácticas de ocio de las últimas décadas. Gracias a la familia que regenta el Cinema Tomares evocamos la niñez al amparo del manto de las estrellas, la pared blanca enmarcada donde se proyecta esa haz de luz aún mágico, las sillas de hierro pintadas de azul y los veladores en la parte trasera para degustar el tomate aliñao, pipas y chucherías varias, montaditos y otros refrigerios -de selecta nevería a la antigua usanza- que se sirven desde el entrañable ambigú, incluido el descanso de rigor en el pase de la cinta.

En la era de los multicines con salas por doquier de inacabable oferta de usar y tirar, aún perdura el recuerdo del séptimo arte con mayúsculas en ese circuito de reestrenos de películas donde la gente vibraba desde sus asientos al escuchar sólo la introducción musical de Ennio Morricone en los créditos de Por un puñado de dólares o La muerte tenía un precio. En el barrio de Nervión existieron cines míticos como el Nervión Cinema, el Goya, la Gloria o el Juncal, que reestrenaban cintas de otros memorables como el Lloréns, Imperial, Coliseo o Pathé por la influencia de los mismos empresarios que dominaban la industria del celuloide en unas u otras salas determinadas de Sevilla. La irrupción de la TV fue provocando la transformación en los hábitos sociales y la languidez del sector con la desaparición de numerosos cines emblemáticos. Precisamente dejamos constancia del último alzado del segundo proyecto de ampliación realizado por el arquitecto Antonio Gómez Millán correspondiente al Cinematógrafo “Nervión Cinema”, con más de mil butacas distribuidas en la planta baja y una gradería alta y viviendas anexas a la construcción, proyectado entre 1940 y terminado por distintos avatares en 1952, y ubicado en la Gran Plaza esquina a C/. Eduardo Dato y a C/. Beatriz de Suabia.


Y no dejo de ver reflejada en los rostros de los míos una ilusión, ya olvidada pero felizmente refrescada en este incipiente azote de la canícula veraniega. Al final se necesitó hasta la rebequita.

miércoles, 6 de abril de 2011

Los días


Las hermandades y cofradías transmutáronse a lo largo del tiempo con la propia evolución de la Semana Santa. No se entiende completamente la historia de la ciudad hispalense sin su Semana Santa y viceversa. La nómina de hermandades procesionales que hunde sus raíces en el légamo de más de seis siglos de trayectoria histórica, fue moldeando los días hasta su configuración actual. Entrada la Cuaresma, rito de la ceniza de palmas y ramas de olivos que formulan los cuarenta días de preparación espiritual hasta la fecha de autos, los acontecimientos cofrades se precipitan: últimos ensayos de las cuadrillas de costaleros, papeletas de sitio, afluencia de personas en torno a iglesias y casas de hermandad, cultos, conciertos, pregones y exaltaciones, confección de túnicas y recogida de capirotes, el montaje de sillas y palcos acotan el lugar por donde nos inundará desbordado un río de luz y colorido, de contraluces y sombras, mudás, preparativos de los pasos, plata recién limpiada, cera fundida, las torrijas y otros dulces conventuales, nazarenitos de caramelo y miniaturas de pasos apostados en las vitrinas de los escaparates, el calendario cofrade de las tabernas y comercios consume sus días para alcanzar el Domingo de Ramos, el brote del azahar perfuma las plazas céntricas, en definitiva se cumple la máxima cuando se iniciara el Quinario al Señor de Sevilla en los primeros días del año: ya huele a incienso, ya huele a Semana Santa…

La idea de una celebración que comenzara sus desfiles procesionales el propio Domingo de Ramos se vio sobrepasada por la creación de nuevas corporaciones que aspiran a engrosar en un futuro la lista de hermandades de Semana Santa que realizan Estación de Penitencia a la Santa Iglesia Catedral Metropolitana -circunstancia cada vez más complicada por la notable concentración de las mismas en los distintos días de la Semana Mayor-. Desde el Viernes de Dolores y hasta el Sábado de Pasión ya distintas procesiones denominadas de Vísperas, procedentes de limítrofes e incluso céntricos barrios, con nazarenos aun algunas, se suceden a lo largo y ancho de la epidermis de la ciudad, como antesala de los días grandes que nos quedan por vivir.

Se estrena fecha como se renueva el alma, aunque para la que corona la Giganta siempre es Domingo de Ramos en el bronce de su palma. La mañana dominical evoca la llamada de la progenie, revisión de pasado y de futuro, día de nervios y expectativas, de encuentros con lugares y personas, día que se pinta siempre de dorado y añil, con la majestuosidad del sol y un fondo purísima. Procesiones de palmas, visitas a las iglesias para ver los pasos montados, tarde de estreno. El pueblo toma la ciudad. La riada de blancura vendrá desde la rampa del Salvador, el Porvenir, los Terceros o San Juan de la Palma. Lo completan sustantivos de peso: Estrella, Amargura, Amor.

El Lunes Santo es un día de más sosiego, para paladear, tras el alborozo tumultuoso de la jornada anterior. Fiesta en los barrios, en Triana por el Barrio León, el Tiro de Línea y el Polígono San Pablo, y mucho ambiente en las plazas céntricas como la de la Redención -antigua López Pintado-, San Andrés, por el Arenal o en las proximidades de la Puerta Real. Caluroso recibimiento al día de nuestra Semana Mayor que se constituyera en 1923.

En la jornada de Martes dejad perderme en la multitud de los barrios de la Calzá o del Cerro del Águila, contemplar por la angostura de la calle Águilas como un palio puede traspasar una puerta ojival aún más breve, mirar la serenidad de la Buena Muerte del Cristo universitario o Aquel que ruega por nuestras Almas, oír un suspiro candelario por los jardines de Murillo y paladear la cofradía con dulce nombre que nos viene de la plaza de San Lorenzo, para finalizar paseando, vencida la noche, entre los naranjos del barrio que goza más popularidad entre los turistas -Santa Cruz-.

Seis crucificados nada menos procesionan en este día de melancolía -Miércoles Santo-, por lo que se va dejando atrás, y de expectación, por lo que aún ha de venir. Desde el barrio de Nervión vendrá el primero, pasando por San Bernardo, Buen Fin, Lanzada en San Martín, Cristo de Burgos y el Calvario de las Siete Palabras.

Dicen que hay tres días que relucen más que el sol, Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Mantilla de gala, visitas de sagrarios y santos oficios. Expectación de día grande. Hondura de historia latente de siglos en las cofradías que resumen, entre otros detalles, la estratificación de las capas sociales al servicio del fin piadoso, desde el origen más modesto, la que agrupaba a la antigua de los negros, a las de corte aristocrático como otrora la Exaltación, la Quinta Angustia o Pasión. Expuesto el Santísimo, la visita a siete monumentos -catedralicio, parroquiales o íntimos conventuales- como canoniza la tradición se compaginará con el deleite de las cofradías que llenarán de luz el centro histórico.

Y llegó la fecha marcada, más bien las horas señalaítas de la Semana Santa más loada, como la filigrana artística repleta de hondura que compusieran la letra de Rafael de León y Clavero y musicaran Manuel Pareja Obregón y Beltrán por sevillanas:

Sevilla tiene una cosa
que sólo tiene Sevilla.
Luna, sol, flor y mantilla
una risa y una pena
y la Virgen Macarena,
que también es de Sevilla.
Y tiene además Sevilla
un tesoro a cada orilla:
La Giralda y sus campanas,
la Esperanza de Triana,
que también es de Sevilla.
Y Sevilla por tener,
tiene la gloria en su mano:
a Jesús del Gran Poder,
que también es sevillano.

La Madrugada más larga en la noche más hermosa. ¿Y ese amanecer de vencejos? Los contrastes. Silencio y júbilo. El momento de las míticas hermandades, santo y seña del evangelio sevillano. Esparto y ruán para Silencio, Gran Poder y Calvario; terciopelo y capa para Macarena, Triana y Gitanos.


La tarde del Viernes Santo es el espacio y el tiempo de las cofradías románticas. No hay tregua después de una intensa madrugada. Desde el Zurraque o la calle Castilla del barrio trianero hasta las hermandades de la Carretería del Arenal, la de la capilla de Montserrat en San Pablo y la vecina de San Buenaventura, para concluir cayendo la oscuridad de la noche en San Isidoro y el cortejo de la Mortaja de Cristo.

Finalmente la semana se nos escurre entre las manos. La sobriedad en los cortejos del Sábado Santo, estrenado procesionalmente en 1956, contrasta con la alegría de la Esperanza que nos viene de la Ronda Histórica. Consummatum est en San Lorenzo cuando el reloj de la torre marque las 0.00 horas.

Todo tiene su final, y un final venturoso, como el mensaje de Dios, aunque cause cierto hálito de pérdida por lo vivido. Siempre nos quedará la Esperanza. El Cachorro baja de las alturas para ser expuesto en besapiés allá por la calle Castilla. De la Campana nos vamos sin solución de continuidad a la Real Maestranza esperando otra resurrección artística. Las calles recuperan su calma, ya queda menos pa el año viene.

Esta manifestación social total cautiva por encima de ideologías. Sin abandonar el significado religioso de la tradición cristiana que origina esta celebración, la Semana Santa es uno de los elementos más relevantes de nuestro Patrimonio Cultural. Escrutada por múltiples disciplinas artísticas y declamada inimitablemente por la lírica de sus ilustres hijos -Montesinos, Cernuda, Romero Murube, Núñez de Herrera, Caro Romero, Burgos, muchos otros…-, en su seno o en la lejanía, la Semana Santa es el rito y la regla, la sangre y la memoria, la que te hiere siempre por el camino más corto, la búsqueda del tiempo sin tiempo del niño, la presencia de Dios en la ciudad mágica, la vieja Hispalis ensimismada, paradoja de la contradicción: esquiva y acogedora, dual, profunda y preñada de contrastes, mas siempre en el deseo de mostrarse, la que alcanzando marzo al mes de abril, y mira que tiene historia, siempre aparece joven y renovada. La Semana Santa es íntima unión de sentimiento y espacio, en ella está inmersa toda la historia de la eterna metrópoli, en suma es la vida en una semana, los sietes días que el gran pájaro morado cruza el cielo de Sevilla. Pasen a contemplar su alma.

sábado, 2 de abril de 2011

Semblanza histórica

La Semana Santa significa, más allá de su carácter religioso, la explosión de los sentidos, la plástica de una ciudad que se abre en flor al compás de la primavera, la Magna Fiesta de las fiestas, ese áscua latente de recuerdos que reposa en el corazón de cada sevillano; las cuentas de un rosario con su eslabón de tradiciones que anuda generaciones, atrapa a la nostalgia en su añoranza por los seres queridos y los momentos vividos -la patria de la infancia-, y deshoja páginas al almanaque ante la ilusionada espera que finalmente llega, queda y pasa como se acerca la Cruz de Guía y vemos alejarse el paso de palio, como la vida misma in ictu oculi. La ciudad de María Santísima abre sus puertas del teatro de los sueños para no dejar a nadie indiferente.

La rememoración histórica de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo tiene su celebración en el calendario con la Pascua judía, el primer plenilunio tras el equinoccio primaveral. La aparición y consolidación de hermandades -de origen étnico, gremial, etc.- cuya finalidad radicaba en rendir culto a una Sagrada Imagen surge entre los siglos XIV-XVI -existían otras corporaciones hospitalarias con carácter asistencial o de beneficiencia a enfermos y desvalidos-. Podrían distinguirse en ellas hermanos de luz y hermanos de sangre o disciplinantes. Sus actos religiosos se limitaban en Semana Santa a celebraciones de Via Crucis a determinados puntos como ermitas, humilladeros o las inmediaciones del Hospital de San Lázaro. Fue destacado, junto a otras prácticas penitenciales en otras zonas de la ciudad, el Via Crucis que constituyera en 1521 D. Fadrique Enríquez de Ribera, I Marqués de Tarifa, después de un viaje a Tierra Santa. Este ejercicio sacro, que pretendía emular la distancia que Jesús caminó con la Cruz al hombro desde el Pretorio hasta el Monte Calvario donde fue crucificado, partía desde su residencia en el Palacio de los Adelantados -llamada popularmente Casa de Pilatos- hasta un pilar de la Huerta de los Ángeles, posteriormente ampliado en el siglo XVII al humilladero sito junto al acueducto o caños de Carmona -el conocido Templete de la Cruz del Campo-. Inicialmente se recorrían doce estaciones piadosas, ampliadas luego a catorce para obtener las indulgencias de Roma. El cardenal Niño de Guevara unificó en 1604 los itinerarios de las hermandades de Sevilla preceptuándose la estación penitencial a la Santa Iglesia Catedral, salvo las hermandades trianeras que lo harían a la Real Parroquia de Santa Ana sita en el arrabal trianero -hasta 1830 no cruzaría el río la primera hermandad, la de la O, para acudir al Templo Metropolitano-; también fijáronse los días y horarios atendiendo al criterio de antigüedad de las propias corporaciones.

Hoy concebimos la Semana Santa con el marcado influjo y carácter que le proporcionó en su faceta estética la etapa barroca. Al socaire aún de los metales preciosos procedentes de las Indias, el Siglo de Oro de las artes nos legó, entre otras magnificencias y visiones vitales contradictorias, una huella patrimonial que aún recreamos: la Semana Santa. Los cánones artísticos de Martínez Montañés, Juan de Mesa, José de Arce, Andrés y Francisco de Ocampo, Francisco A. Gijón y otros talleres prolíficos como el de Pedro Roldán, quedarán indelebles para nuestra imaginería y talla procesional que siguen cautivando hogaño el centro de las miradas de los que contemplamos su presencia por cualquier calle sevillana al albor de la primavera.


El adoctrinamiento de Trento y postulados de la Contrarreforma que promovieron el culto público a las imágenes un siglo atrás se ve reforzado en el Barroco. Aunque anteriormente las primeras devociones surgieron en torno al Crucificado -aun procesiona la imagen goticista de Vera Cruz, remembranza medieval de otra Pasión del siglo XV-, el esplendor comunicativo vino con el Nazareno -grandes iconos de devoción como el Señor de Pasión, Nuestro Padre Jesús Nazareno o Jesús del Gran Poder- convirtiendo más humana/cercana la relación personal con el devoto, y uniéndose también la figura de la Virgen Madre, debido al fuerte antropocentrismo de la cultura andaluza que otorga un significado distinto a otros lares. Contrastes de luto y color, la muerte por la vida…y la Esperanza, la pena por la alegría, patetismo por gozo emocional.

Tras el letargo dieciochesco llegó el fenómeno romántico, la importancia creciente del turismo atraído por nuestras costumbres -la celebración de la Feria de Abril y los toros completaban una excelsa oferta de ocio de las fiestas primaverales hispalenses-, la instalación de la corte de los Montpensier en Sevilla, la incentivación del Consistorio hispalense a las hermandades para que oficiaran sus salidas, son varios factores que revitalizarán la Semana Santa con la potenciación y reorganización de cofradías. Propició el cambio fundamental que se consolidará en la siguiente centuria en lo que se refiere a aspectos formales de la Semana Santa -la estructura, iluminación y exorno floral de los pasos, las túnicas de nazarenos, la definición de los cortejos, el patrimonio musical, etc.-. El bordado será una de las disciplinas artísticas que más se reafirmen a fuer de nombres propios en su cometido: las hermanas Josefa y Ana Antúnez, Teresa del Castillo o Patrocinio López, hasta la irrupción del promotor de los grandes cambios a cargo de la figura de Juan Manuel Rodríguez Ojeda con sus planteamientos ornamentales en los pasos de palio y los mantos de las Dolorosas sevillanas.

El modernismo de las primeras décadas del XX reinventa definitivamente la Semana Santa que hoy disfrutamos. Cristaliza el carácter popular de la fiesta. Nombres que llenan épocas: el anteriormente citado Rodríguez Ojeda precursor del llamado estilo juanmanuelino en el bordado, ajuar y exorno, testigo recogido por otros maestros como Carrasquilla, Olmo, Victoria Caro, y Esperanza Elena Caro hasta el terciopelo e hilo de oro de los actuales; grandes diseñadores como Joaquín Castilla, Juan Miguel Sánchez y Cayetano González, también conspicuo representante de la orfebrería, junto a Fernando Marmolejo Camargo, entre otros talleres que marcarán estilo, más los que hoy repujan con acertada brillantez; en el apartado musical la consolidación del grito desgarrado de la hiriente saeta -donde los principales intérpretes del cante jondo en la llamada Edad de Oro del Flamenco ofrecerán su quejío hecho oración a las imágenes sacras a la par de la voz anónima del pueblo- y las creaciones musicales de los Font de Anta, López Farfán, Gómez Zarzuela, Antonio Pantión, Gámez Laserna, Pedro Braña, Pedro Morales, Abel Moreno, ya puro clasicismo de las marchas cofradieras, sonarán tras los pasos; por último el estilo neobarroco será el que se impondrá mayoritariamente en la talla de canastos y respiraderos de las andas procesionales donde destacarán figuras como la de Manuel Guzmán Bejarano; y esa línea neobarroca también será continuada en las creaciones imagineras de Cristos y Dolorosas: en las que la prolífica actividad de Antonio Castillo Lastrucci y sus composiciones de los pasos de misterio aportarán una novedosa visión a la Semana Santa, proseguida escultóricamente por artistas como Illanes, Sebastián Santos, el personalísimo y vanguardista Ortega Bru, Buiza y Álvarez Duarte, entre otros lúcidos imagineros que culminan nuestros días -Miñarro, Navarro Arteaga, Aguado…-. Otra disciplina importante que ha cobrado relevancia en nuestro tiempo ha sido la faceta restauradora, sobremanera del IAPH, que propicia una correcta conservación de los enseres y obras de arte que conforman el patrimonio de las cofradías, conscientes de la labor preventiva que deben acometer. No olvidemos, por último, el mundo del martillo y del costal mandados por sagas y nombres venerables -los Ariza, los Bejarano, Salvador Dorado el Penitente, Rafael Franco, los Santiago, los Villanueva…-, cuya revolución a partir de 1973 vislumbró el cambio del profesionalismo de los gallegos y cargadores del muelle de antaño a las cuadrillas de hermanos costaleros que en la actualidad marcan los cánones, chicotá a chicotá, de cómo debe andar un paso por las calles llevando al Hijo de Dios o a la grandeza estética de su Madre bajo palio.

A pesar de otras opiniones fatalistas vivimos una etapa álgida, partimos del aserto que mucha esencia fue aquilatada por los períodos de decadencia que preservó con los escasos cambios el patrimonio heredado y fue enriquecida por otros tiempos de bonanza económica. Los medios de comunicación han contribuido notablemente a este fenómeno de masas en las últimas dos décadas de transición al nuevo siglo XXI; no puede haber más gente en cada revirá -y haciendo fotos con los móviles en su cangrejeo delante de los pasos-, más paciencia para igualar en la cuadrilla de sus sueños, más bandas ensayando todo el año, más nazarenos en los cortejos, más abonados en las sillas a pesar de momentos de crisis económica -contémplese pronto una revisión de la carrera oficial-, más prohermandades por recorrerla -sí que las hay y muchas a la espera-, más democracia e igualdad en las cofradías, más profesionales dedicándose a tiempo completo a este mundillo cofradiero, más hermosura por las calles, en definitiva más vida en primavera.

Desde 1955 el órgano de representación de los intereses comunes de las corporaciones sevillanas lo ostenta el Consejo General de Hermandades y Cofradías. En éste se agrupan las hermandades sacramentales, de gloria y de penitencia de la ciudad de Sevilla. En consenso con ambos Cabildos civil y religioso, el Ayuntamiento sevillano y el Catedralicio Metropolitano, fijan los horarios oficiales de las procesiones, también el Consejo gestiona las sillas y palcos que se colocan en la carrera oficial -Campana, Sierpes, Plaza de San Francisco, Avenida de la Constitución, Plaza Virgen de los Reyes-, organizan el Vía Crucis de Cuaresma, el Pregón de la Semana Santa, realizan jornadas, cursos y publicaciones periódicas, entre otras múltiples funciones y actividades, etc.
La atracción turística que, no sólo por la subyugante oferta histórica y monumental de la ciudad, produce este teatro pasionista -a ver quién ofrece en la industria cultural de las artes escénicas este espectáculo gratuito durante siete días ininterrumpidos- motiva la máxima ocupación hotelera en estas fechas y los cuantiosos réditos del sector de la hostelería -bares, restaurantes y otros establecimientos- como gran inyección de ingresos. También desde el punto de vista económico no debemos soslayar la cantidad de oficios y profesiones -léase imaginería, bordados, orfebrería, carpintería y talla, dorado, confección de túnicas de nazarenos, bandas de música, flores, cera, …- que giran en torno a esta magna celebración y que de forma permanente son otra fuente de producción, generación de riqueza y puestos de trabajo. No sólo producen sus obras para Sevilla sino que extienden su operatividad a todo el territorio nacional, ya que el modelo sevillano es la referencia imperante para otras semanas santas, andaluza y nacional, aunque se conserven notables especificidades en otras zonas.

domingo, 6 de marzo de 2011

Fábrica de cervezas La Cruz del Campo

La centenaria fábrica se erige en un hito identitario del barrio. Promovida ante la influencia europea por los Orborne, saga vitivinícola portuense, esta mítica sociedad sevillana constituyó su sede social en un edificio que ha sufrido profundas reformas desde que lo proyectaran los arquitectos Wilhem Wrist y Friedrich Stoltzen en 1902 y fuera terminado una víspera de Navidad de 1904.


Se tomó la imagen corporativa del templete medieval que se encuentra a corta distancia de la fábrica y décadas después se incorporó ese entrañable personaje de Flandes llamado Gambrinus que ha ido estilizando su figura con el transcurso de los años y las nuevas modas; observen pues su barriga prominente en los botellines de entonces o en el mismo mosaico que aún pervive en una de sus fachadas y comparen hogaño con la nueva publicidad cuyo marketing se sigue haciendo desde Sevilla al mundo de esta rubia dorada que alza en su mano. Cuánto hemos compartido junto a este símbolo de nuestra idiosincracia.


Tras su dilatado funcionamiento más de un siglo en su primigenio emplazamiento, ahogado por el desarrollo urbano, la marca histórica trasladóse a una nueva factoría de última generación en terrenos de Torreblanca dejando tras sí notas de olor a cebada y un solar donde emergerá otra miniciudad con dos mil viviendas, hoteles, oficinas, parques y otros equipamientos públicos. Solo se mantiene en pie el edificio originario que alberga las oficinas de la compañía con una construcción aneja donde radica la Fundación Cruzcampo y la Escuela de Hostelería y otro edificio-almacén posterior, el más alto de todos denominado el palomar, que acogerá un futuro Museo de la Cerveza según lo proyectado.


En Nervión, ya lo saben, aún pueden apreciar una de las pocas reliquias de la arquitectura industrial del novecientos que sobreviven a la voraz práctica especulativa, y que fue donde maduró ese icono de marca, inmersa en el grupo multinacional holandés Heineken, que actualmente lidera el ranking de ventas del mercado cervecero español.

sábado, 29 de enero de 2011

Me voy pa Cai…

La proximidad del febrerillo loco se acaricia con las yemas. Fin de semana de ensayos generales donde el pueblo es convocado a la conquista de la calle por medio de actos organizados por distintas peñas carnavalescas. Pestiñá, Erizá u Ostioná son sinónimos de convivencia entre un mar de coplas, antesala del comienzo del Concurso en el templo de los ladrillos coloraos, el Gran Teatro Falla. Y después más calle en forma de carrusel aunque este año más tardío, entrado marzo hasta la venida del rigor de Doña Cuaresma.


Ella es mi alma gemela, mi otra ciudad, retiro carnavalesco y veraniego, bocanada de aire fresco, ella es el canto a la libertad. No pudo tener más acierto aquella frase que proclamara Fernando Villalón: “El mundo se divide en dos grandes partes: Sevilla y Cádiz”.

Qué arte más grande… Orto y ocaso de la esencia andaluza más universal.