domingo, 17 de febrero de 2019

Miradas

Muero y me renuevo con el ocaso de tus días...


#Febrero #Carnaval #Cádiz #Caleta #Plataquieta #Ultramar #Constitucionalismo #CunadelaLibertad...

domingo, 10 de febrero de 2019

Dos Hermanas

En unos de mis paseos murallitas adentro me topé con un adarve en plena judería de Sevilla que tendrá cumplido post próximamente por su interés histórico. Desde ese callejón de Dos Hermanas se inicia un recorrido laberíntico que aglutina distintos núcleos de casas en varias manzanas que pertenecen al Hotel Las Casas de la Judería.

Antes atenderé a remendar un jirón de mis recuerdos que hoy volvió a desangrar mi personal imaginario. Y es que el amplio sentido del término Dos Hermanas me evoca algo más tangible, cercano, y no solo por la conocida ciudad nazarena próxima a Sevilla. A ellas, que lo saben, precisamente va dedicado este post:


Esta soleada mañana de sábado jugó un partido de baloncesto federado el equipo SAFAUR de Nervión, donde participa mi hija, en el Pabellón Ramón y Cajal de Dos Hermanas. No me resistí, estando allí, a volver a transitar por un lugar que siempre recordaré: Un piso bajo de la calle Los Molares. Cuánta toponimia relacionada con la provincia sevillana, ¿verdad?

A medida que me acercaba lo hacía con los zapatos de mi infancia, transcurrían casi tres décadas que no pisaba aquello y encontré el entorno muy cambiado -ya no estaba la lambretta o el 131 blanco en la puerta, ni el descampado trasero ni el rótulo antiguo en fondo azul y letras blancas de la calle- pero la mirada y mi latido, intactos. Me adentré en el portal, todo cerrado a cal y canto; desde la ventanita de la cocina ya no olía a caldo del puchero con yerbabuena ni a café, no asomaba por la reja la garrafa de aceitunas aliñás. El acceso al patio-lavaero comunitario también clausurado cuando antaño todo eran puertas abiertas.

Las sonrisas de mis tíos no me recibieron, faltan desde hace mucho tiempo. Él, un trabajador de Villamarín que solo procuraba el bien de quien tenía a su lado; ella, ama de casa abnegada y entregada a su familia. El exterior, similar, con persianas hasta abajo. Cómo un sitio tan humilde podía llenarme tanto, me ilusionaba cada vez que iba allí, sería porque siempre me sentí muy querido por quienes lo habitaban, ellos y mis primas que me transmitieron ese cariño y calor sin parangón con el que puedan desprender otras reputadas haciendas y casas de diseño. ¿Vivimos hacia dentro o superficialmente hacia fuera, perdemos la esencia de lo sencillo y puro?

Continué el recorrido a la casa de mi otra tía -su imagen con ropa enlutada siempre le acompañó de por vida- a una manzana de distancia, las nuevas urbanizaciones arrasaron con el recuerdo de aquella vivienda de arquitectura popular con patio, pila y limonero. Desgraciadamente en la actualidad los que recogemos el testigo de lo descrito vivimos muy “alejados” pero existen hilos invisibles que siempre nos unirán. Y hoy ese hilo lo toqué y me arañó el alma su memoria.