domingo, 15 de abril de 2012

La llamada de la sangre

Descendiente del mítico Juan Breva, aquel titán de San Roque cobró voz desgarrada y sentido homenaje en la figura de su nieto como cadena genética inquebrantable que jalona los senderos del Arte.

Decía la letra que ...con tu gubia dabas vida a los maeros… pues hasta la lluvia, que quiso tener leve presencia en este día gris, era risa y llanto desde el cielo de tu abuelo porque el cante y el toque de los Ortega –qué apellido más gitano, más flamenco y más torero- se hicieron carne de su carne. Y aquellas imágenes salidas de sus manos que te arropaban a cada lado del escenario cobraron aún más luz y fuerza si cabe escuchando tus airosas alegrías, la sentida soleá, los rítmicos tangos y las bulerías de cierre.

Se pueden decir mejor o peor los cantes pero que pellizquen es su finalidad, lo que los puristas -término en desuso porque lo jondo es puro mestizaje- llaman transmisión, y a mí en algunos instantes me arañó tu eco de la Baja Andalucía. Seguro que si él estuviera presente en un taller perdido de la memoria, te sentaría a su lado y te diría: …Niño, cántame susurrado un fandanguito. A Luis Ortega Bru, un genio con mucho compás.