lunes, 5 de septiembre de 2011

Vendimia

Corren otros tiempos pero puntual y generosa, el cielo lo barrunta con sus nublados, acude a su cita septembrina. La voz interior y la letra indeleble de nuestro ilustre poeta moguereño lo proclamaba:

"(...)
Este año, Platero, ¡qué pocos burros han venido con uva! Es en balde que los carteles digan con grandes letras: A seis reales. ¿Dónde están aquellos burros de Lucena, de Almonte, de Palos, cargados de oro líquido, prieto, chorreante, como tú, conmigo, de sangre, aquellas recuas que esperaban horas y horas mientras se desocupaban los lagares? Corría el mosto por las calles, y las mujeres y los niños llenaban cántaros, orzas, tinajas…

¡Qué alegres en aquel tiempo las bodegas, Platero, la bodega del Diezmo! Bajo el gran nogal que cayó al tejado, los bodegueros lavaban, cantando, las botas con un fresco, sonoro y pesado cadeneo; pasaban los trasegadores, desnuda la pierna, con las jarras de mosto o de sangre de toro, vivas y espumeantes; y allá en el fondo, bajo el alpende, los toneleros, daban redondos golpes huecos, metidos en la limpia viruta olorosa… Yo entraba en Almirante por una puerta y salía por la otra -las dos alegres puertas correspondidas, cada una de las cuales le daba a la otra su estampa de vida y de luz-, entre el cariño de los bodegueros…

Veinte lagares pisaban día y noche. ¡Qué locura, qué vértigo, qué ardoroso optimismo! Este año, Platero, todos están con las ventanas tabicadas, y basta y sobra con el del corral y con dos o tres lagareros.
(…)"

LXXII Vendimia, fragmento de la obra Platero y yo (1916)
Juan Ramón Jiménez (Moguer, 1881-San Juan de Puerto Rico, 1958)
Premio Nobel de Literatura, 1956



Vivencias transmitidas por generaciones aún perciben el milagro de la sangre derramada que envejecida en la noble madera -la misma que contagiaba el sueño de los galeones indianos que partían de estos ribereños puertos- nos llegará en oro líquido, ni más ni menos que el sol embotellado de Andalucía.