domingo, 30 de septiembre de 2018

La Bienal


No hablo de la Biennale di Venecia ni la de Sao Paulo u otros acontecimientos destacados de la cultura y las artes, se trata de la Bienal de Flamenco de Sevilla: palabras mayores. Cada dos años y desde 1980 ininterrumpidamente, en septiembre le tomamos el pulso a las novedades del mundo de lo jondo, a su reliquia y a su vanguardia, porque el flamenco es un arte universal que evoluciona transformándose sin perder la llama de su esencia. Y es Sevilla, sus escenarios históricos y templos singulares -Reales Alcázares, Lope de Vega, Torre de Don Fadrique, Maestranza, Hotel Triana, San Luis de los Franceses,...-, la que marca el paso con una extensa programación en su vigésima edición que hoy finaliza en su río con el espectáculo “La roda del viento” del lebrijano Dorantes que propalará su sonido y compás por todos los confines al darse el pistoletazo de los fastos dedicados al V Centenario de la Vuelta al Mundo, que iniciara en 1519 Magallanes en su muelle y completara tres años después Juan Sebastián Elcano en el puerto hispalense; como el mismo flamenco, nacido en la Baja Andalucía, que conquista el mundo conocido para volver a reencontrarse en su seno.


El mayor festival flamenco del mundo principió como un concurso de cante que otorgaba el premio Giraldillo a su más conspicuo valedor para superar todas sus expectativas y convertirse en la actualidad en la muestra más representativa de la creatividad de los mejores artistas flamencos del cante, toque y baile, desde el arte de las principales figuras hasta las propuestas de los jóvenes valores, de los clásicos a los contemporáneos. Este certamen programa hoy en día todo tipo de tendencias, estéticas, colores y perspectivas que habitan en el arte flamenco en continua relación con otras disciplinas artísticas y escénicas. Una manifestación cultural donde conviven en armonía el flamenco más tradicional de raíz con el otro más experimental y arriesgado. A los cabales no se les engaña, el sabio filtro de la hondura percibe lo que acoger y lo que desechar.


El debatido término arcano de “pureza” arrastra su polémica de siglos con otras propuestas transgresoras -que no impostoras- propias de este hecho social total que nació para cautivar y que discurre su camino imparable desde la tradición a la modernidad. Larga vida al ARTE.