domingo, 1 de noviembre de 2020

Tosantos

La influencia del marketing norteamericano cada año nos impone al inicio de noviembre su celebración de Halloween en nuestra festividad de Todos los Santos y los Fieles Difuntos -para disfraces ya nos sobramos por febrero en carnaval-. Me pregunto por qué no miramos antes al bello legado mexicano con su Día de Muertos que está declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Su forma de honrar a los seres queridos difuntos responde al sincretismo religioso de la influencia católica española y la cultura indígena. Puro mestizaje, como la vida misma. Días de fiesta y color, de vida y reencuentro, familia y comensalismo. De eso sabemos algo en Andalucía.

En estos días que las almas de los seres queridos pueden volver del más allá para estar cerca de los suyos, tienen en México las tradiciones de una celebración que incluye visitar a sus familiares añorados en los cementerios y preparar altares con alimentos, velas, incienso, catrinas, fotografías y flores para recordarlos; nuestra tradición sureña también recoge la visita a los camposantos y el recurso de la gastronomía, principalmente la repostería, transformada en huesos de santos, yemas de San Leandro, buñuelos de cidra y crema de boniato. Qué dulce recuerdo. Aquí es difícil pronunciar Halloween, aquí se llama Tosantos, con sabor a castañas asadas.


jueves, 27 de agosto de 2020

La Capilla Sixtina

Cuando el papa Sixto IV ordenó la restauración de aquella estructura palaciega vaticana a finales del siglo XV jamás alcanzaría a comprender con el tiempo la repercusión divina y terrenal que ese mítico espacio alcanzaría de la mano artística de un genio del Renacimiento, Michelangelo Buonarroti; en varias etapas acometió la obra que nos legó, primero la bóveda entre 1508 y 1512 por encargo de Julio II y posteriormente entre 1536 y 1541 el testero con el Juicio Final para otros sucesores papales, Clemente VII y Paulo III. SIXTO deriva del latín «sextus», que significa “sexto”, y que era utilizado frecuentemente en la antigua Roma para nombrar al sexto hijo nacido, o bien determinar el mes de su nacimiento.

Este introito sirve, no podría ser de otra manera, para definir el paralelismo con la nueva estancia en el corazón de Nervión que alberga la sexta copa UEFA -ahora renombrada UEFA Europa League- conseguida recientemente en Colonia por el club de fútbol más laureado de Andalucía y el sur de España y que lleva por nombre el de la ciudad que lo alumbró: SEVILLA.

Una vez cerré el círculo en 2016 en relación a los orígenes británicos del Sevilla FC tras la consecución de otro hito histórico en Europa, no sospechaba tan prontamente, por la dificultad de la empresa, que esa circunferencia moldeara su línea hacia arriba para convertir el número en un seis, sexto título, el número más perfecto de los imperfectos según la Biblia, referencia de amor eterno entre los que lo comparten. Así abrimos nuevamente otra etapa en continua acción por renacer -vean en la RAE las acepciones del término RENACIMIENTO: movimiento artístico europeo, que comienza a mediados del siglo XV, caracterizado por un vivo entusiasmo por el estudio humanista de la Antigüedad clásica griega y latina-.

Y es que a pasión y entusiasmo no habrá nadie que ame esa joya de orfebrería diseñada en los talleres Bertoni de Milán como lo hace este club hispalense. Que siempre la cita fue en primavera pero por vicisitudes del COVID nuestro encuentro soñado se pospuso al verano. Un cariñoso consejo: Quédate siempre con alguien que te quiera como lo hace el Sevilla FC a su amada plateada. Hay gente que se cuestiona la pócima mágica de ese idilio: Maldito o bendito, según se mire, el amor que nos hace querer lo imposible. Siguiendo la interpretación del testimonio de Erasmo de Rotterdam en su "Elogio de la Locura", los hombres -la familia sevillista- somos capaces de cosas increíbles. Una institución que escribe su gloria con renglones torcidos, que atravesó desiertos e infortunios en su historia para alcanzar la épica con la fe del que cree sin ver y redactar firme y derecho su continuo romance de amor con ese porte elegante al pasear de la mano. Ya saben, la elegancia no es hacerse notar, sino hacerse recordar, según palabras del diseñador Giorgio Armani -seguidor interista y uno de los precursores de la moda Made in Italy-. 


Nuestra sangre, la de tu gente y sin la ayuda de nada ni nadie, siempre correrá a tu lado, al lado de ese duende capitán y su tropa que con ojos llorosos levantó tu figura al cielo germano brindando por un amor sin límites. Hoy ya estás de vuelta, rematando la capilla en las entrañas del Ramón Sánchez-Pizjuán con tu argénteo fulgor, la capilla sixtina de Nervión.

sábado, 18 de abril de 2020

Garden City Santa Clara

La extensa avenida sevillana bautizada con el nombre de Kansas City denota ya de entrada los lazos de unión con el pueblo norteamericano. Un testigo de bronce, con la figura de un indio sioux a caballo oteando en lontananza la fábrica de la Cruzcampo para refrescarse del tórrido solano con una rubia, así lo reafirma -esta escultura Indian Scout, obra de Cyrus Edwin Dallin, fue expuesta en el Pabellón de Estados Unidos de la Exposición Universal de 1992 de Sevilla con motivo del 25 aniversario del hermanamiento entre ambas ciudades, producido oficialmente en 1969-. Este romance amoroso comenzó mucho antes, en 1922, cuando el promotor inmobiliario J.C. Nichols quedó prendado de Sevilla y terminó por construir en USA el centro comercial Country Club Plaza, en el que edificó una réplica de 42 metros de la Giralda y de la plaza Virgen de los Reyes. Otra curiosidad más, ¿por qué los recientes ganadores de la Super Bowl, los Kansas City Chiefs, llevan en su indumentaria los colores rojo y blanco y unos ribetes rojo y amarillo como nuestra bandera nacional? ¿Casualidad? Pero volvamos al tema principal que nos trae causa, decía que al final de la avenida de Kansas City hispalense, y antes de encarar la A-4 hacia el aeropuerto, pasado el Polígono San Pablo y alcanzados los terrenos de la antigua fábrica de Coca-Cola -otro guiño más- existe un núcleo residencial que testimonia hace un tiempo no muy lejano la presencia norteamericana en la intrahistoria de Sevilla. El barrio de Santa Clara.


Si mencionamos “Garden City”, no hablamos precisamente sobre la ideal Ciudad Jardín de Nervión concebida por Aníbal González bajo el sello de la Exposición Iberoamericana del 29. Y si decimos “Santa Clara”, podríamos aludir al mítico convento y calle emblemática próxima a San Lorenzo, la calle San Vicente y los Hércules de la Alameda; pero no, en este caso, su lejanía con el casco histórico hace que en esta hora reparemos en lo que pudiera ser a finales de los cincuenta de la pasada centuria, por el natural influjo yanqui de sus costumbres, un escenario de película o serie estadounidense, con chalets y amplios jardines de césped con linderos delimitados por setos en los que disfrutar barbacoas con cervezas en lata o de árboles decorados en Navidad, campos de baseball, el blue bird bus recorriendo su entorno para transportar a la comunidad con la base aérea, coches Cadillac, Chevrolet, Dodge y Ford Mustang aparcados, los discos vinilos con sus equipos Hi-Fi, los jeans y toda la estética personal de las producciones cinéfilas hollywoodienses -incluso trajeron en sus mudanzas las cucarachas rubias en el mobiliario de sus anteriores destinos como Hawai, el sudeste asiático u Oriente Medio-

Se trata de Garden City Santa Clara de Cuba, conocido antiguamente como “el barrio de los americanos”, una especie de gueto independiente del Consistorio hispalense y el Gobierno Civil. Mundos paralelos en distintas coordenadas espacio-temporales. Garden City para los yanquis, Ciudad Jardín Santa Clara para los autóctonos.



Debido a la proximidad de la Base Áerea de San Pablo -más alejada quedaba la de Morón-, a mediados del siglo XX las Fuerzas Aéreas de EE.UU. construyeron esta zona residencial, llamada así en honor a la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia cubana de Las Villas, para el alojamiento del personal militar norteamericano y sus familias. Un oasis autogestionado al margen del día a día del nacional-catolicismo español imperante. Aunque este radio de acción, por falta de espacio para su personal, con el tiempo se amplió a alquileres y propiedades de casas en la Huerta de Santa Teresa -entre la C/. Luis Montoto y la Avda. de El Greco-, por lo que provocó mayor convivencia e integración con la población sevillana.



Santa Clara fue un diseño arquitectónico -lo hicieron en forma de pistola para que el que entrara de fuera no supiera salir- con más de 400 viviendas de siete tipologías distintas a la medida de la jerarquía castrense de la US Army, desde sargentos a coroneles, que el gobierno estadounidense, en aplicación del convenio suscrito por Franco con Eisenhower en época de guerra fría, propició a los militares de las bases aéreas de San Pablo y de Morón de la Frontera -Rota en la provincia gaditana-. El gobierno norteamericano le encargó la construcción de la barriada a una empresa socialmente radicada en Jerez cuyo gerente, Enrique Fernández de Bobadilla, da nombre a la plaza del actual centro comercial de la zona residencial. Este proyecto lo acomete desde un principio la entidad mercantil Urbanizadora Santa Clara, S.A., procediendo a la compra, divisiones y agrupaciones de diversas fincas: Cortijo Calonge y Ramírez, Redondelas, Sabayuela, Buena Esperanza y Huerta de los Ingleses, que dieron lugar, y mediante escrituras de fecha 11 de diciembre de 1.957, a una finca de unas 80 hectáreas que comprendían los terrenos descritos.



Actualmente se mantiene la estructura de muchas de sus calles donde quedan algunos vestigios de esta typical small town. En su principal vía de acceso, la avenida de Las Villas de Cuba, se conserva aún un plano-azulejo donde ver el nombre en ambos idiomas -Garden City Santa Clara (Ciudad Jardín Santa Clara)- y la limitaciones de velocidad en millas y en kilómetros por hora -recomendamos un detenido análisis y observación del plano cerámico para ver la tipología de las casas y el planeamiento urbano-. Las calles no tenían nombre, solo eran siglas de letras y números ( D8A, N4B, …). Por la procedencia de sus fundadores fue proclive que las calles fueran rebautizadas a su marcha con nombres de exploradores, misioneros y colonizadores de tierras norteamericanas. Pasear por este barrio es caminar por la historia colonial de Norteamérica.  Misioneros y conquistadores pueblan sus calles: Fray Marcos de Niza, Juan Ponce de León, Fray Francisco de Pareja, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Fray Junípero Sierra, etc., son solo algunos ejemplos de este cachito de historia estadounidense que aún late en la capital hispalense.


En la Garden City Santa Clara, donde las señales de tráfico indicaban las millas por hora y se jugaba al béisbol en “la pradera” -hoy el parque del barrio, en el plano se rotula Base Field-, aún laten restos de otra época, como el colegio San Agustín -la School-, en cuyas puertas se pueden leer los nombres en inglés de antiguos alumnos; en éste se oficiaban misas católicas y protestantes según las creencias. Santa Clara, con profundas transformaciones en el caserío, todavía sigue evocando su urbanización primigenia. Vías estrechas de doble sentido, con apenas acerado, e incluso postes de madera con cableado.


En los años setenta del pasado siglo las bases se fueron desmontando o compartiendo su uso con el gobierno español y los militares volvieron a sus lugares de origen por lo que ese espacio material e inmaterial de los Estados Unidos fue alquilado o adquirido por los sevillanos de la transición democrática. Esta zona restringida y controlada por la eficacia de la policía militar yanqui desapareció -antes cualquier extraño a ella era invitado amablemente a abandonarla- por lo que comenzaron inconvenientes de inseguridades provocando que los setos fueran sustituido por muros y las casas se pertrecharan de puertas de hierro y rejas; aquel remanso urbanizado made in EEUU gradualmente se transformó por la influencia local, pero también pasó de estar aislado en el extrarradio de Sevilla a estar ahora integrado y próximo a zonas comerciales importantes y muy bien comunicada al exterior con otras provincias andaluzas -Cádiz, Huelva, Granada, Córdoba- por la A-4 y la SE-30, y al interior por las avenidas de Kansas City y de Montes Sierra -la antigua Carretera Amarilla-.  En un relajado paseo por sus calles aún se aprecia ese halo de carácter residencial distinto y apacible que nos dejó la huella americana de sus pretéritos moradores.

viernes, 3 de abril de 2020

El camino más corto

Revisar esa joya cinematográfica producida por Juan Lebrón en el año de la Exposición Universal es evocar el poema "El rito y la regla" de Rafael Montesinos que concluye:

"...Hoy la memoria escoge
el camino más corto para herirme."

Foto: Manu Gómez













Por todo lo que fue y lo que este año no será. Lo define certeramente Carlos Colón, quien guionizó aquel metraje eterno: "Resucitan las memorias. Una pasión compartida y transmitida de padres a hijos liga a los vivos y a los muertos y a estos con los que aún no han nacido. Estamos en Sevilla, y es Semana Santa".

Los vencejos se colaron por mi balcón dibujando surcos rectos sobre renglones torcidos, la Esperanza responde a esa llamada proclamando que resta menos de trescientos sesenta y cinco días para que de nuevo estalle primavera en nuestras vidas.

lunes, 23 de marzo de 2020

Desde lo alto

A la espera que tu templo del Ramón Sánchez-Pizjuán vuelva a recibir en comunión a su gente que lo hace ininterrumpidamente desde 1958, mucho antes en el solar contiguo del campo del viejo Nervión de 1928, plasmo estos versos del poeta aljarafeño Antonio García Barbeito dedicados a su pasión y ciudad definitivas:




Si dibujo la Giralda
y un cielo azul por arriba,
la rocío de azahar
y de vieja sangre artista,
le pongo un río a sus pies
y pongo versos de orillas,
la pongo frente a la luz
y hasta la luz siente envidia,
y echo a rodar un balón
por un Nervión futbolista,
el fútbol se hace pasión
que no golpea, acaricia.
Blanquirrojea en el sur
la pasión definitiva.
Y por más que otros se empeñen
en volcar ortografías
y escriban siempre con B
lo que es con V inequívoca,
esta ciudad, esta mujer,
esta gloria fugitiva
solamente tiene un nombre
con siete letras: SEVILLA.

sábado, 22 de febrero de 2020

Santa María

De Nervión a Santa María. Visito otro barrio -gaditano, flamenco y gitano por más señas- para homenajearlo en este febrero ya próximo al Triduo de Carnaval -con seises vestidos de Corpus- que desagraviará los excesos y la tentación del pecado de la carne. El eterno pulso entre Don Carnal y Doña Cuaresma.

A través de dos letras con veinticinco años de diferencia en tiempos de carnestolendas recorro su piel de la mano de un autor que marca -presente histórico- un antes y un después en la modalidad de comparsa, la niña bonita del concurso del Falla, la que despierta las mayores pasiones del Carnaval de Cádiz. Con ustedes solo una pincelada de su legado inmortal, todos en pie que hay un mando en la sala, Don Antonio Martínez Ares. Uno y trino, con el brujo -Paco Alba- y el coplero de la Cruz Verde -Antonio Martín-. No puede describir mejor la pluma de un vecino del barrio, para el imaginario colectivo "El Niño de Santa María", el paisaje y paisanaje que habita esas calles que siempre dan a la mar…




Comparsa El Brujo. 1995. Antonio Martínez Ares.
Pasodoble DANDO UNA VUELTECITA.

Santa María, mi viejo barrio
de callejuelas y campanarios
¡Ay! qué penita que tengamos tus poetas
que limpiar con nuestras letras
tanta droga y tanto paro.
Niña del cante
qué mala suerte
que en tus esquinas
ronde la muerte.
Siempre esperando a tu Nazareno
pa que te cure a paso de horquilla
mientras se ríen mi niña de ti los camellos
esos que encalan tu cara de blanca heroína.
Siempre aguardando que llegue el milagro
de la Cárcel a Jabonería
despierta gitana
despierta y grita chiquilla
fuera de mi casa que entre la alegría
que quiero decirte qué guapa
Santa, Santa María.





Comparsa La Chusma Selecta. 2020. Antonio Martínez Ares.
Pasodoble EL ARESTÓCRATA DE BARRIO.


Mire si soy de alta cuna
que al encenderse la luna
yo nací en un lavaero.
Mi mare me dio un besito.
“Ya está aquí mi principito,
otro arestócrata güeno”.
Con encajes y bordados
a mi abuela me entregaron
pa culminar el ritual.
Me subió a la azotea.
“Bienvenido vida mía,
este es el hermoso reino del Barrio Santa María”.
Duquesas con batas, vizcondes del muelle,
hidalgos con hambre, marqueses gitanos,
olor a puchero, lluvia de calichas,
un triste agujero por cuarto de baño,
el cuadro labrado de la santa cena,
seis niños y una habitación,
la eterna alegría desde la miseria,
pescaos secándose al sol.
Sé que hace ya mucho tiempo que esperas
mi letra que esperas mi canto, barrio bonito.
Aunque no hay día que pase
que no ande tus calles
pa verme de nuevo de chiquitito
en la trastienda del chicuco dejando fiar,
por Mirador la humilde sombra del Greñúo llegar.
Soy de tu chusma divina que llora cantando
que espera y espera el gran milagro.
Mire si soy de alta cuna
que nací en un lavaero,
tengo el color del lebrillo
grabado en mi piel pero a fuego,
Calle Goleta, una virgen, segundo piso,
un patio mirando al cielo,
cielo de Cádiz, cielo de Cádiz, el paraíso.