viernes, 19 de noviembre de 2010

Patrimonio de la Humanidad

En su seno se halla la herencia del mestizaje cultural de la tradición andalusí, la etnia gitana, la repoblación castellana, o el intercambio transoceánico con el continente americano, entre otros marcadores históricos; pero esta expresión genuina del pueblo andaluz se codifica principalmente como género artístico en la segunda mitad del siglo XIX. Los estilos flamencos se estructuraron entonces como hoy podemos apreciarlo con la pátina de la natural evolución temporal y la aportación personal de los creadores.


Hijo de la fiesta dio el salto del ámbito privado al público desde su cuna. Fue espectáculo desde sus inicios -si no era en cuevas, corrales, moradas o patios vecinales, allá que iba a ventas, colmaos, casas aristocráticas y escenarios teatrales-. Esta amalgama de músicas y culturas combinó en su evolución histórica, debido a su espíritu transgresor, la paradoja de una reconocida admiración con momentos de pública repulsa y denostación. En él se resumen caracteres propios como rebeldía, pena, bohemia o marginalidad, propios de sectores sociales deprimidos y enclaves poblacionales muy determinados. Aquella atracción por lo popular, lo supuestamente incontaminado -ya aparecía entonces la polémica pureza-, como reacción a los reformadores ilustrados de esa influencia moderna imperante, llevó a despertar el interés de intelectuales, literatos y viajeros foráneos, ávidos de exotismo, a partir de los últimos tercios del siglo XVIII y principalmente en la centuria decimonónica. La cualidad de saberse diferente y diversas miradas fueron creando esa imagen estereotipada para sentar las bases de su ejecutoria.

La influencia de la zona geográfica ha sido fundamental en la génesis y desarrollo del Flamenco, ésta fue el barro que modeló la esencia flamenca y existe poco margen a la duda si indicamos que se obtuvo en la tierra andaluza, con distintas áreas geográficas pero con una conexión específica con los sectores populares de Andalucía la Baja y por extensión a todo la realidad andaluza; núcleos urbanos -arrabales con importante presencia de población gitana y receptores del mundo rural en busca de oportunidades-, agrociudades que ocupaban zonas latifundistas -aparte de lo mencionado aquellos desposeídos que buscaban su jornal en las explotaciones agrarias y oficios vinculados- y zonas rurales y extractivas -gañanías de los cortijos del Bajo Guadalquivir y otros focos mineros-. De ahí exportóse a la generalidad.

La temática de las letras flamencas constituyen propiamente un reflejo existencial de la procedencia de este arte popular, expresión globalizadora y auténtica del sentimiento del pueblo y el habla andaluza. En la copla flamenca, unidad músico-literaria, se hallan omnipresente el amor, la muerte, la madre, la mujer y las relaciones familiares, otros valores como el trabajo, el honor, la justicia, la verdad, la religión, los acontecimientos socio-políticos, hechos históricos, la cotidianeidad en definitiva.

Flamenca, tendrás presente
lo flamenquillo que he sío,
chiquilla, para quererte.
Popular

A la soleá le dije:
que si arrendarme quería,
un cuarto aunque fuera chico,
por el resto de mi vía.
Popular

El flamenco actual alcanza cotas de arte universal con peso en la industria artística cultural y en la actividad económica que genera. La cualificada especialización en el cante, toque y baile incluso en otras disciplinas -el concepto del grupo musical que arropa al artista, diálogo musical más participativo- difiere con el aprendizaje omnicomprensivo de una etapa anterior donde el artista cantaba, sabía tocar la guitarra y además bailaba lo aprendido por genealogía o hábitat próximo. Las herramientas de aprendizaje con las nuevas tecnologías desbordan el fenómeno transmisor anterior. Su programación extiéndese a los cinco continentes donde el teatro como espacio escénico se superpone a recitales en festivales, concursos, peñas, tablaos, etc. No es sólo una música del mundo, es un hecho social total, integrador de minorías y ejemplo de multiculturalidad. Gloria a ti, Flamenco, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Villas de Nervión



A la sombra del icono de la fábrica Cruzcampo y de la Gran Plaza desaparece lentamente la huella regionalista del primer tercio de siglo xx. Edificios próximos a la centenaria existencia, consustanciales y singulares al propio espacio que le circunda, retrotraen a la memoria aquel suelo residencial extrarradio al casco histórico sevillano hoy absorbido por el crecimiento desaforado de la urbe; son las míticas Villas de Nervión. Sólo quedan unos pocos testimonios del pasado pero a este paso sucumbirán a la vorágine especulativa privada sin un adecuado nivel de protección autonómico y municipal, pues un reciente estudio del profesor de la E.T.S. de Arquitectura Jorge Benavides y su grupo de alumnos universitarios que trabajan este aspecto revela que el índice de destrucción de la arquitectura regionalista alcanza en esta zona el 50 % del total construido -sólo coexisten diecinueve y veinte ya fueron sangre de la piqueta-, mucho mayor que el 20% arrojado de la obra completa regionalista verificada en la urbe en las agresivas últimas cuatro décadas.





Mas que estas edificaciones se hallen bajo dominio público requiere una conciencia de preservación aún superior si cabe, pasó con Villa Gracia -actual sede del Distrito Nervión y antigua clínica del Dr. Guija que si bien en el jardín se colmató bloque de viviendas de nueva planta lo que se refiere al chalet mantiene el diseño arquitectónico regionalista de Antonio Arévalo Martínez de 1919- y verbigracia con Villa Julita -chalet de 1923 reformado por la Gerencia de Urbanismo en 1986 con algunas transformaciones pero que conserva el aire regionalista en un edificio dejado a su suerte y abandono pues desde hace varios años no recibe uso público alguno este antiguo centro de formación juvenil-. Esperemos que la intervención futura sobre otro chalet regionalista de Juan Talavera y Heredia para Inmobiliaria Nervión con fecha de proyecto en 1923 situado en la calle Juan de Oñate nº 12, actualmente de propiedad pública con un acuerdo de sus actuales inquilinos, ampare la tipología y materiales del regionalismo arquitectónico sevillano que impregnó de personalidad propia el casco urbano y áreas limítrofes de la ciudad. El suplico de mis líneas solo pide a la máquina administrativa que ni barrunte otro trágico sino para que ese espacio sea solaz de un frío cubo de nuevo cuño, apelen por su adecuada restauración para su función pública y social si es el destino elegido.


La senectud de su pose elegante mantiene el decrépito encanto de un tiempo pretérito, su piel arrugada en su fachada descarnada transmiten el rigor de muchas estaciones sobre su belleza enhiesta, sus torreones claman el oxígeno de aquellas huertas que se divisaban en lontananza. Es el paisaje sentimental y constructivo de una vecchia signora, familiar a sus convecinos, enraizada a aquel lugar y que no desea conocer otro camino. Mantengamos su espíritu si este barrio aún muestra su carácter originario al calor de la urbanización de una ciudad jardín dentro de las líneas residenciales de ensanche de la Exposición Iberoamericana de 1929.