El debate sobre lo ortodoxia y la heterodoxia empieza y acaba en la figura de Morante de la Puebla, todo y nada, alfa y omega pero sobre todo él, una personalidad única y diferente tocada para hacer sentir y despertar pasiones.
La margen derecha del Guadalquivir a su paso por Sevilla bebe de la tauromaquia de siglos. Tiene cosas de los Gallos -Joselito como gran referente-, Belmonte, las sagas gitanas de la Cava de Triana, Chicuelo, Pepín Martín Vázquez, del viejo Sócrates de San Bernardo y su hermano Manolo, compendio de lo mejor de la atávica y lúcida escuela sevillana, pero desde su pedestal la supera en su forma profunda de transmitir, cuerpo y trastos, dentro y fuera del albero.
Cumbre y genio en cuya tarde vino con la escoba...
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