En la era de los multicines con salas por doquier de inacabable oferta de usar y tirar, aún perdura el recuerdo del séptimo arte con mayúsculas en ese circuito de reestrenos de películas donde la gente vibraba desde sus asientos al escuchar sólo la introducción musical de Ennio Morricone en los créditos de Por un puñado de dólares o La muerte tenía un precio. En el barrio de Nervión existieron cines míticos como el Nervión Cinema, el Goya, la Gloria o el Juncal, que reestrenaban cintas de otros memorables como el Lloréns, Imperial, Coliseo o Pathé por la influencia de los mismos empresarios que dominaban la industria del celuloide en unas u otras salas determinadas de Sevilla. La irrupción de la TV fue provocando la transformación en los hábitos sociales y la languidez del sector con la desaparición de numerosos cines emblemáticos. Precisamente dejamos constancia del último alzado del segundo proyecto de ampliación realizado por el arquitecto Antonio Gómez Millán correspondiente al Cinematógrafo “Nervión Cinema”, con más de mil butacas distribuidas en la planta baja y una gradería alta y viviendas anexas a la construcción, proyectado entre 1940 y terminado por distintos avatares en 1952, y ubicado en la Gran Plaza esquina a C/. Eduardo Dato y a C/. Beatriz de Suabia.
Y no dejo de ver reflejada en los rostros de los míos una ilusión, ya olvidada pero felizmente refrescada en este incipiente azote de la canícula veraniega. Al final se necesitó hasta la rebequita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario