Si mencionamos “Garden City”, no hablamos precisamente sobre la ideal Ciudad Jardín de Nervión concebida por Aníbal González bajo el sello de la Exposición Iberoamericana del 29. Y si decimos “Santa Clara”, podríamos aludir al mítico convento y calle emblemática próxima a San Lorenzo, la calle San Vicente y los Hércules de la Alameda; pero no, en este caso, su lejanía con el casco histórico hace que en esta hora reparemos en lo que pudiera ser a finales de los cincuenta de la pasada centuria, por el natural influjo yanqui de sus costumbres, un escenario de película o serie estadounidense, con chalets y amplios jardines de césped con linderos delimitados por setos en los que disfrutar barbacoas con cervezas en lata o de árboles decorados en Navidad, campos de baseball, el blue bird bus recorriendo su entorno para transportar a la comunidad con la base aérea, coches Cadillac, Chevrolet, Dodge y Ford Mustang aparcados, los discos vinilos con sus equipos Hi-Fi, los jeans y toda la estética personal de las producciones cinéfilas hollywoodienses -incluso trajeron en sus mudanzas las cucarachas rubias en el mobiliario de sus anteriores destinos como Hawai, el sudeste asiático u Oriente Medio-.
Se trata de Garden City Santa Clara de Cuba, conocido antiguamente como “el barrio de los americanos”, una especie de gueto independiente del Consistorio hispalense y el Gobierno Civil. Mundos paralelos en distintas coordenadas espacio-temporales. Garden City para los yanquis, Ciudad Jardín Santa Clara para los autóctonos.
Debido a la proximidad de la Base Áerea de San Pablo -más alejada quedaba la de Morón-, a mediados del siglo XX las Fuerzas Aéreas de EE.UU. construyeron esta zona residencial, llamada así en honor a la ciudad de Santa Clara, capital de la provincia cubana de Las Villas, para el alojamiento del personal militar norteamericano y sus familias. Un oasis autogestionado al margen del día a día del nacional-catolicismo español imperante. Aunque este radio de acción, por falta de espacio para su personal, con el tiempo se amplió a alquileres y propiedades de casas en la Huerta de Santa Teresa -entre la C/. Luis Montoto y la Avda. de El Greco-, por lo que provocó mayor convivencia e integración con la población sevillana.
Santa Clara fue un diseño arquitectónico -lo hicieron en forma de pistola para que el que entrara de fuera no supiera salir- con más de 400 viviendas de siete tipologías distintas a la medida de la jerarquía castrense de la US Army, desde sargentos a coroneles, que el gobierno estadounidense, en aplicación del convenio suscrito por Franco con Eisenhower en época de guerra fría, propició a los militares de las bases aéreas de San Pablo y de Morón de la Frontera -Rota en la provincia gaditana-. El gobierno norteamericano le encargó la construcción de la barriada a una empresa socialmente radicada en Jerez cuyo gerente, Enrique Fernández de Bobadilla, da nombre a la plaza del actual centro comercial de la zona residencial. Este proyecto lo acomete desde un principio la entidad mercantil Urbanizadora Santa Clara, S.A., procediendo a la compra, divisiones y agrupaciones de diversas fincas: Cortijo Calonge y Ramírez, Redondelas, Sabayuela, Buena Esperanza y Huerta de los Ingleses, que dieron lugar, y mediante escrituras de fecha 11 de diciembre de 1.957, a una finca de unas 80 hectáreas que comprendían los terrenos descritos.
Actualmente se mantiene la estructura de muchas de sus calles donde quedan algunos vestigios de esta typical small town. En su principal vía de acceso, la avenida de Las Villas de Cuba, se conserva aún un plano-azulejo donde ver el nombre en ambos idiomas -Garden City Santa Clara (Ciudad Jardín Santa Clara)- y la limitaciones de velocidad en millas y en kilómetros por hora -recomendamos un detenido análisis y observación del plano cerámico para ver la tipología de las casas y el planeamiento urbano-. Las calles no tenían nombre, solo eran siglas de letras y números ( D8A, N4B, …). Por la procedencia de sus fundadores fue proclive que las calles fueran rebautizadas a su marcha con nombres de exploradores, misioneros y colonizadores de tierras norteamericanas. Pasear por este barrio es caminar por la historia colonial de Norteamérica. Misioneros y conquistadores pueblan sus calles: Fray Marcos de Niza, Juan Ponce de León, Fray Francisco de Pareja, Álvar Núñez Cabeza de Vaca, Fray Junípero Sierra, etc., son solo algunos ejemplos de este cachito de historia estadounidense que aún late en la capital hispalense.
En la Garden City Santa Clara, donde las señales de tráfico indicaban las millas por hora y se jugaba al béisbol en “la pradera” -hoy el parque del barrio, en el plano se rotula Base Field-, aún laten restos de otra época, como el colegio San Agustín -la School-, en cuyas puertas se pueden leer los nombres en inglés de antiguos alumnos; en éste se oficiaban misas católicas y protestantes según las creencias. Santa Clara, con profundas transformaciones en el caserío, todavía sigue evocando su urbanización primigenia. Vías estrechas de doble sentido, con apenas acerado, e incluso postes de madera con cableado.